lunes, 30 de junio de 2008

Los hijos pródigos...


En Génesis, podemos ver como Dios viendo al hombre sólo, crea una compañera complementaria para que ésta lo acompañe en el mundo. Pero la obra no queda sólo ahí, también anteriormente había creado una madre para ellos, la Madre Tierra, que alimentaría, nutriría, protegería y cobijaría a todos sus hijos venideros.


El hombre fue conociendo a esta Madre Tierra, de ella fue sacando las provisiones que necesitaba para su subsistencia, además de ir comprendiendo más y más a este superorganismo que Dios había llenado de tantas maravillas. En culturas ancestrales, el hombre era imaginado como parte misma de la tierra, nosotros seríamos tierra que piensa, siente y crea. Pero cada vez fuimos separando esa concepción de nuestras mentes, viramos hacia una visión antropocéntrica, donde el mundo sería visto como un regalo de Dios para nuestro beneficio, un gran supermercado que podemos saquear sin remordimiento alguno.


Ya todos sabemos lo que sucedió; un gran agujero en la capa de ozono, tala desmedida de bosques, contaminación de ríos y mares, vertederos clandestinos, extinción de diferentes especies de animales, etc… Seguir nombrando las catástrofes perpetradas por manos humanas seria de un masoquismo inusitado. La gran mayoría de las personas tiene incorporado en su léxico cotidiano el término “calentamiento global”, ya que en los medios se ha masificado esta palabra, para referirse al problema del cambio climático generado por la contaminación humana.


Hemos destrozado a la Madre Tierra en beneficio del anhelado “progreso”, hemos dañado la creación del Señor, y por ende, a nosotros mismos. Ahora nos arrepentimos de los desastres causados, cual hijo prodigo que regresa a su Padre. Existen daños que son irreversibles, pero otros todavía pueden estar a tiempo para resolverse. El calentamiento global lo vemos como un problema lejano, casi de exclusiva responsabilidad de la gran industria, pero no solo ésta tiene una deuda con el entorno ecológico, también cada uno de nosotros debe unirse a esta conciencia humana por ayudar a mejorar este planeta. Desde pequeños actos en lo cotidiano de la familia, podemos poner nuestro granito de arena para mejorar la salud de nuestra Madre Tierra, y así dejar una hermosa herencia a nuestros hermanos venideros.


“A veces sentimos que lo que hacemos es tan solo una gota en el mar, pero el mar sería menos si le faltara una gota.”

Madre Teresa de Calcuta


Por Hommo Leo

1 comentarios :

  1. B.Araya dijo...

    Me gustó mucho la analogia del hijo prodigo respecto a la madre tierra, me deja pensando, entre otras cosas sobre la relación entre fe y ecologia, que no siempre esta tan presente. A lo mejor se puede dar mas en los Franciscanos, pero es algo que todos los seres humanos tenemos q tener conciencia.

    A proposito de esto, hace poco me llego un mail cuatico sobre las bolsas plasticas y un ejemplo de las cosas que se pueden empezar a hacer es ir al supermercado con bolsas de tela o genero y no usar bolsas plasticas!. En verdad es una opcion practica simple donde ya estariamos haciendo que si ayuda harto, porque claro como tu bien dices, ahora volvemos a los brazos de nuestra madre a decirle "he pecado contra el cielo y contra ti..no meresco que me llames hijo tuyo".
    Muchas gracias y felicitaciones por el blog, hacen falta espacios asi.

    Un abrazo