lunes, 19 de mayo de 2008

La Mies es mucha...

Los Cristianos tenemos la (mala) tendencia de separar a Dios de las cosas que realizamos, es así como Dios queda relegado para el día domingo, dejándolo sin intervención en asuntos como los estudios, el trabajo, la vida en pareja, los hobbies, etc…Dios queda confinado al espacio eucarístico, siendo casi invisible en nuestra vida mas “secular”.

Pero es necesario que obremos por el Señor todos los días, y el trabajo es uno de los espacios donde debe hacerse presente. Él fue quien nos dio nuestras manos, herramientas transformadoras del mundo que nos rodea y de nosotros mismos, además de la inteligencia para desarrollarnos. Entonces es a Dios a quien debemos entregar nuestra labor diaria, sea en el ámbito que sea. Sin el señor, el trabajo queda proscrito en una mera mercancía para obtener salario. Pero el trabajo es transformación mía y de los demás, con Dios, el trabajo inspira, deja de ser mediocre y vacío, para ser esmero y entrega para el beneficio de nuestros hermanos.


Al mismo tiempo, no debemos olvidar, que en el trabajo a parte de laborar con él, podemos laborar “para” él, evangelizando, misionando, siendo verdaderos testigos del amor de Dios en las actividades cotidianas. “La mies es mucha y los operarios pocos”, así dice el “Jefe” dándonos la oportunidad de trabajar por su Reino, Reino que nunca tendrá cesantía, ya que siempre hay algo por hacer.


“El trabajo es santificador en sus resultados, pues, por el trabajo el hombre colabora al, plan de Dios, humaniza la tierra, la penetra de pensamiento, de amor, la espiritualiza y diviniza”


San Alberto Hurtado

Por Hommo Leo

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